Hace ya muchos años, mi abuelo solía hablarme de lo que él llamaba la "Madre Rusia". Mi abuelo, que combatió en las montañas del Cáucaso, que luchó durante gran parte de su vida y que tuvo un perro llamado Trotski por afinidad con los dirigentes de aquel país. Mi otro abuelo, en cambio, estaba en el bando contrario, y en casa nunca faltaron animados debates que, a veces, había que cortar a tiempo para que no fueran a más.
Años después, comencé a
interesarme por la literatura de ese remoto país y desarrollé una gran afición
por Dostoievski, Gorki y, sobre todo, por mi favorito: León Tolstói. Mi husky
siberiano, al que más he querido en toda mi vida, se llamó así. Y los siguientes
huskies que tuve recibieron el nombre de algún personaje de las obras de este
autor.
Este curso, charlando con mi
compañero Julián sobre el grupo de trabajo de lectura, no sé muy bien cómo
terminé metido en el reto de recrear alguna de las obras de estos grandes
literatos rusos y explorar cómo han sido llevadas a la pantalla. He llegado justo
a tiempo, perdiendo horas de sueño, pero aquí está mi reseña.
Guerra y Paz, de León
Tolstói, es una de las grandes cumbres de la literatura universal. Publicada en
1869, esta colosal novela no solo retrata la invasión napoleónica de Rusia,
sino que también plantea profundas reflexiones sobre la historia, el destino y
la condición humana. Con cientos de personajes y una estructura ambiciosa,
Tolstói entrelaza los acontecimientos históricos con la vida cotidiana de
varias familias aristocráticas, logrando una visión compleja y conmovedora de
una época convulsa.
A lo largo de sus más de mil
páginas, la obra da vida a figuras inolvidables como Pierre Bezukhov, el
príncipe Andréi Bolkonsky y Natasha Rostova, cuyas vidas nos sumergen en un
mundo de emociones, dilemas filosóficos y transformación personal. No se trata
solo de una novela bélica o romántica, sino de un análisis profundo del ser
humano.
En 1956, Hollywood se atrevió a
adaptar esta obra monumental bajo la dirección de King Vidor. Con un reparto
encabezado por Audrey Hepburn, Henry Fonda y Mel Ferrer, la película intentó
condensar la complejidad de Tolstói en apenas 208 minutos. El resultado fue una
versión visualmente impactante, rodada en Italia, que puso el foco en el
componente romántico y dramático, dejando de lado parte de la densidad
filosófica del texto original.
Audrey Hepburn ofrece una
interpretación encantadora como Natasha, aunque la evolución del personaje se
presenta de forma algo suavizada respecto a la novela. Henry Fonda, pese a su
calidad interpretativa, no termina de capturar el conflicto interior de Pierre,
un personaje mucho más introspectivo en el libro.
Uno de los grandes aciertos de la
adaptación es su puesta en escena: las batallas, el vestuario y los escenarios
recrean de forma fastuosa la Rusia del siglo XIX. Sin embargo, frente a la
versión soviética de Serguéi Bondarchuk (1966-1967), más fiel y extensa, la
película de Vidor resulta más ligera y melodramática, con un enfoque claramente
hollywoodiense.
Aun así, para quienes se inician
en el universo tolstoiano o desean una primera aproximación a Guerra y Paz,
esta adaptación es una opción interesante. Ofrece una lectura visual atractiva
de la historia, aunque simplificada.
En mi caso, esta novela no es
solo una lectura, sino parte de mi historia. Desde los relatos de mis abuelos
hasta los nombres de mis perros, Rusia y Tolstói me han acompañado desde niño.
Ver una obra como esta en pantalla no sustituye la experiencia de leerla, pero
sí la complementa. Porque, al final, Guerra y Paz no es solo una
historia sobre el pasado. Es una pregunta constante sobre quiénes somos, hacia
dónde vamos… y por qué.
José Carlos Puertas
Aprendiz de nómada