lunes, 31 de marzo de 2025

Guerra y Paz: Del papel a la pantalla

Hace ya muchos años, mi abuelo solía hablarme de lo que él llamaba la "Madre Rusia". Mi abuelo, que combatió en las montañas del Cáucaso, que luchó durante gran parte de su vida y que tuvo un perro llamado Trotski por afinidad con los dirigentes de aquel país. Mi otro abuelo, en cambio, estaba en el bando contrario, y en casa nunca faltaron animados debates que, a veces, había que cortar a tiempo para que no fueran a más.

Años después, comencé a interesarme por la literatura de ese remoto país y desarrollé una gran afición por Dostoievski, Gorki y, sobre todo, por mi favorito: León Tolstói. Mi husky siberiano, al que más he querido en toda mi vida, se llamó así. Y los siguientes huskies que tuve recibieron el nombre de algún personaje de las obras de este autor.

Este curso, charlando con mi compañero Julián sobre el grupo de trabajo de lectura, no sé muy bien cómo terminé metido en el reto de recrear alguna de las obras de estos grandes literatos rusos y explorar cómo han sido llevadas a la pantalla. He llegado justo a tiempo, perdiendo horas de sueño, pero aquí está mi reseña.

Guerra y Paz, de León Tolstói, es una de las grandes cumbres de la literatura universal. Publicada en 1869, esta colosal novela no solo retrata la invasión napoleónica de Rusia, sino que también plantea profundas reflexiones sobre la historia, el destino y la condición humana. Con cientos de personajes y una estructura ambiciosa, Tolstói entrelaza los acontecimientos históricos con la vida cotidiana de varias familias aristocráticas, logrando una visión compleja y conmovedora de una época convulsa.

A lo largo de sus más de mil páginas, la obra da vida a figuras inolvidables como Pierre Bezukhov, el príncipe Andréi Bolkonsky y Natasha Rostova, cuyas vidas nos sumergen en un mundo de emociones, dilemas filosóficos y transformación personal. No se trata solo de una novela bélica o romántica, sino de un análisis profundo del ser humano.

En 1956, Hollywood se atrevió a adaptar esta obra monumental bajo la dirección de King Vidor. Con un reparto encabezado por Audrey Hepburn, Henry Fonda y Mel Ferrer, la película intentó condensar la complejidad de Tolstói en apenas 208 minutos. El resultado fue una versión visualmente impactante, rodada en Italia, que puso el foco en el componente romántico y dramático, dejando de lado parte de la densidad filosófica del texto original.

Audrey Hepburn ofrece una interpretación encantadora como Natasha, aunque la evolución del personaje se presenta de forma algo suavizada respecto a la novela. Henry Fonda, pese a su calidad interpretativa, no termina de capturar el conflicto interior de Pierre, un personaje mucho más introspectivo en el libro.

Uno de los grandes aciertos de la adaptación es su puesta en escena: las batallas, el vestuario y los escenarios recrean de forma fastuosa la Rusia del siglo XIX. Sin embargo, frente a la versión soviética de Serguéi Bondarchuk (1966-1967), más fiel y extensa, la película de Vidor resulta más ligera y melodramática, con un enfoque claramente hollywoodiense.

Aun así, para quienes se inician en el universo tolstoiano o desean una primera aproximación a Guerra y Paz, esta adaptación es una opción interesante. Ofrece una lectura visual atractiva de la historia, aunque simplificada.

En mi caso, esta novela no es solo una lectura, sino parte de mi historia. Desde los relatos de mis abuelos hasta los nombres de mis perros, Rusia y Tolstói me han acompañado desde niño. Ver una obra como esta en pantalla no sustituye la experiencia de leerla, pero sí la complementa. Porque, al final, Guerra y Paz no es solo una historia sobre el pasado. Es una pregunta constante sobre quiénes somos, hacia dónde vamos… y por qué.

José Carlos Puertas
Aprendiz de nómada




viernes, 7 de marzo de 2025

Invisible, Eloy Moreno

 



Invisible de Eloy Moreno es una novela que aborda temas como la invisibilidad social, la soledad y la lucha interna de quienes sienten que no encajan en las expectativas del entorno. El protagonista, un joven que sufre de ansiedad y depresión, se enfrenta a la presión de las normas sociales, las expectativas familiares y la necesidad de cumplir con los estándares de éxito. A lo largo de la obra, se exploran sus emociones y su conflicto con la sensación de no ser visto ni comprendido, lo que lo lleva a un proceso de autodescubrimiento.

La historia también resalta las dificultades de los adolescentes al navegar por su identidad en un mundo donde la apariencia y el rendimiento suelen ser los factores más valorados, generando una desconexión emocional con el resto de la sociedad.

En cuanto a su relación con la serie de Netflix Invisible, esta es una adaptación que lleva la esencia de la novela a la pantalla, pero con algunas diferencias en el enfoque. La serie mantiene el tema central de la invisibilidad social, pero adapta la narrativa para explorar más a fondo las complejidades emocionales de los personajes, particularmente en el contexto juvenil y contemporáneo. La adaptación profundiza en cómo los jóvenes se enfrentan a las presiones del mundo moderno, haciendo un paralelo entre la ansiedad, el aislamiento y la búsqueda de sentido que ya se muestra en el libro.

Ambos, el libro y la serie, se complementan en su propósito de dar visibilidad a los problemas emocionales y psicológicos que muchas veces se pasan por alto, invitando a la reflexión sobre el impacto de las expectativas sociales en la salud mental de los individuos.

Gemma García de la Mora Álvarez (Profesora de Lengua y Literatura en el IES Guadiana)


miércoles, 5 de marzo de 2025

Bodas de sangre, Federico García Lorca

 





Una boda. Preparativos, familiares, flores… Un novio ilusionado. Una novia nerviosa. Antiguos dramas familiares que salen a relucir ante la tensión del momento. Todo preparado para el gran momento. Nada puede salir mal. ¿Nada?

Un caballo que galopa. Un ex amor que regresa.

Porque yo quise olvidar y puse un muro de piedra entre tu casa y la mía. […] Pero montaba a caballo y el caballo iba a tu puerta”

Y, de repente, todo patas arriba. Una huida, remordimientos, ¿arrepentimiento?

Que yo no tengo la culpa, que la culpa es de la tierra”.

Los instintos más elementales afloran y se olvidan de las apariencias y el deber. Solo están ellos dos y esa pasión incontrolada.

La obra teatral de García Lorca está impregnada de su esencia de principio a fin: símbolos, poesía y, como siempre, el protagonismo indiscutible de la mujer en constante lucha contra el deber y el deseo. “Ay, qué sinrazón!”

No se puede decir más. Hay que leerla.

La novia es la adaptación cinematográfica de la obra teatral, dirigida por Paula Ortiz en 2015. Una extraordinaria película nominada a doce Premios Goya (incluyendo mejor película, mejor director, mejor actor protagonista y mejor actriz protagonista y ganadora de mejor fotografía). Una belleza visual y poética.

Enlace a la película en RTVE: https://www.rtve.es/play/videos/somos-cine/novia/6667686/

El doctor Zhivago, de Boris Pasternak

 


Inaugurar la primavera con una buena lectura se hace primordial. Nos encontramos ante un libro que es la propia vida en su descarnada intensidad, un milagro literario de los que se dan de muy allá para cuando.

Con trece años me sentí cautivado por la sintonía inicial de “Doctor Zhivago”, la película que también quedó, de la mano de David Lean (1908-1991), para la posteridad como un ejemplo de buen cine. Y el guion de Robert Bolt (1924-1995) resultó una más que fidedigna adaptación de la novela de Boris Pasternak (1890-1860).

La primera vez que vi la película, aunque no entendía del todo su trasfondo y riqueza, me sentí marcado. Era consciente de que debía profundizar en la huella que me había dejado. Por eso, en el verano de 1987, me atreví con la lectura de la novela. Aunque seguía sin entender mucho, había una filigrana de sentimientos, unas descripciones de la naturaleza que capturaban la imaginación y acariciaban cuerdas misteriosas en los pensamientos de un adolescente por demás ingenuo. Bebí a sorbos llenos la novela, pero continuaba sediento. En 1991, ya más formado, mejor conocedor de la magnitud del drama soviético y con más bagaje de lecturas en mi haber, volví a leerla, y se me abrieron los cielos del milagro.

Pasternak, poeta impenitente, en su empeño de sublimar la vida en un libro de 700 páginas, se lo jugó todo: su prestigio como poeta, su condición de ciudadano soviético, hasta el honor de aceptar el premio Nobel (que se vio forzado a rechazar). Se convirtió en un paria de la noche a la mañana. Rusia, la tierra que amaba hasta los hígados, la musa de sus sueños poéticos, se le volvía hostil; el régimen político entonces imperante no le ofrecía tregua. Sólo las gentes sencillas, capaces de separar la vida de la política del momento, supieron vislumbrar la verdadera pretensión del autor: reflejar la historia de un hombre que, pese a estar rodeado de felicidad, acabó sus días sumido en la desdicha, simple alegoría de lo que había sucedido con la Madre Rusia. Yuri Zhivago (alter ego del propio Pasternak) se veía en la encrucijada de amar a dos mujeres a un tiempo, con todas las borrascas de conciencia que ello traía aparejadas.

Cuentan que la publicación de la novela en Occidente estuvo orquestada por la CIA, en el marco de la Guerra Fría (1947-1991). Deseaban poner en evidencia los horrores del régimen soviético, y nada mejor que una obra maestra literaria para mover conciencias. Sin duda, esta no era la pretensión del autor, que más bien deseaba poner en palabras la esencia de la vida; pero esto es lo que pareció a los ojos de la multitud de lectores que en un primer momento devoraron la novela.

Yo me quedo con la visión del amor y la vida que Pasternak plasma en cada una de sus páginas. Estoy convencido de que el autor no calibró lo que le podría acarrear la publicación de su testamento literario.

Se suele decir que de una mala novela surge una buena película, y viceversa. Pero en el caso de “Doctor Zhivago” hay que romper el molde por completo: magnífica novela y magnífica película. Una feliz conjunción de circunstancias hizo de esta película todo un monumento al séptimo arte, que en su momento fue premiada con cinco Oscar de la Academia. También, para nosotros, tiene el atractivo de haber sido rodada en España. En varias secuencias se reconocen las cumbres y los bosques de la sierra del Moncayo, queriendo simular los Montes Urales. Además, en el madrileño barrio de Canillas se recreó una amplia calle de Moscú. Las autoridades del franquismo, ya bastante apaciguadas en 1965, permitieron a Carlo Ponti (1912-2007), el productor, que la película se filmase en España, habida cuenta de que en la historia recreada subyacía toda una crítica al régimen soviético. Relatan como anécdota que, una noche, la policía armada irrumpió en los estudios de Canillas, justo en el momento en que, por exigencias del guion, una multitud de extras estaba entonando con palmaria emoción el himno de La Internacional. Había que considerar que muchos de los extras eran gentes que habían sido represaliadas por el régimen, y encontraron en esa escena de la película un modo de resarcirse de todo lo que habían sufrido.

David Lean, el director, consiguió con esta película su canto del cisne. Aunque ya han pasado 60 años, conserva toda su frescura y se perfila de una novedad desconcertante, casi rayana en la perfección. ¿Quién puede olvidar las inspiradas interpretaciones de sus protagonistas: Omar Sharif (1932-2015), Julie Christie(1940-), Geraldine Chaplin (1944-), Rod Steiger (1925-2002), Alec Guiness (1914-2000), Ralph Richardson (1902-1983)…?

Mis favoritas, aparte de las del viaje en tren, son las escenas primaverales en Varykino: el sol, las flores incandescentes, las laderas boscosas, las nubes de gloria. Nunca olvidaré a Yuri Zhivago caminando conmovido por un bosque, viendo cómo el sol de la mañana se agazapaba tras los troncos de los álamos.

Como testimonio de emoción, os dejo los créditos iniciales y una parte de la banda sonora que ha sido utilizada muchas veces en publicidad con propósitos navideños. El compositor de la banda sonora no es otro que Maurice Jarre (1924-1909), padre de Jean-Michel Jarre (1948-), uno de los más famosos representantes de la música electrónica.

  

Julián Maestre (profesor de Física y Química en el IES Guadiana).