Almudena Grandes se caracteriza por contar sugiriendo, por
narrar tan sutilmente que las historias te van llegando sin darte cuenta. A
través de sus palabras, los espacios y los tiempos los haces tuyos, y eso, en
una novela basada en los dificilísimos años de la posguerra, hace que conozcas esa
época de primera mano, experimentando las dificultades de sobrevivir sin apenas
recursos. Los personajes de la época son héroes por eso: por luchar para tener
algo que comer cada día y un lugar donde refugiarse.
Esa es Manolita, una adolescente que, en vez de preocuparse
por ir cada día a la escuela o por qué ponerse para ir al cine con sus amigas,
tiene que conseguir comida y techo para ella y sus hermanos pequeños que se han
quedado huérfanos después de la guerra. Todo eso en una España en la que no hay
trabajo ni apenas recursos.
A lo largo de esta historia de supervivencia y superación,
la narradora denuncia como se aprovechó el momento para hacer dinero de las
necesidades y las miserias de los vencidos: curas que casan a muchachas en las
cárceles con presidiarios a cambio de productos que venderán en el mercado
negro; niñas que son enviadas a colegios para ser educadas y, sin embargo, las
ponen a lavar con sosa y apenas las alimentan.
De la mano de Manolita se cuentan otras historias que
ofrecen diferentes perspectivas de la época: la vida de Eladia: hija y nieta de
prostitutas; de Silverio: manitas encarcelado por imprimir unos panfletos;
Antonio: atractivo comunista prófugo escondido en un tablao flamenco; Isabel:
niña que ve como sus manos son devoradas por lavar cada día con sosa en un
internado, etc.
Brígida Huete Sánchez Miguel, profesora de Lengua castellana y Literatura.
Me encanta Almudena Grandes y estos "episodios" me apasionan. El de Manolita es de mis preferidos. Además, creo que la forma en que retrata Madrid es muy galdosiana, cómo no. Es una absoluta delicia, y también un sufrimiento, viendo cómo va abriendo paso en la vida. Recuerdo que me resultó desgarrador y tierno a la vez.
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