viernes, 4 de febrero de 2022

Matilda (Roald Dahl)

Durante las vacaciones de Navidad, leí con mi hijo (de 9 años) la novela Matilda. La había traído a mi mente porque la lectura obligatoria de 1º de la ESO, en la primera evaluación, había sido Danny el campeón del mundo (del mismo autor) y pensaba que la historia sería interesante para ambos. No es para menos: una niña con grandes capacidad enfrentada a un mundo adulto que no la comprende. ¿Quién puede resistirse?


Entramos muy pronto y muy fácilmente en el mundo de Matilda. Es fácil conectar con ella, con su sensibilidad, con sus ganas de aprender... y sorprende a la vez la humildad con la que se ve a sí misma. También es muy sencillo empatizar: los adultos, todos salvo la excepción de la señorita Honey (estudio aparte merecen los nombres con los que Dahl bautiza a sus personajes), son odiosos. Es ligeramente doloroso verse frente a un espejo, el de la adultez, ver reflejadas todas esas cosas que muchos adultos hacemos mal o no lo suficientemente bien. Es cierto que el retrato que Dahl hace del mundo adulto es hiperbólico, pero por eso precisamente resulta amargo: tiene, evidentemente de forma premeditada, un poso de realidad.

Es quizá por eso que no termino de disfrutar con los libros de Dahl. No consigo quitarme las "gafas" de adulto responsable que busca la vertiente educativa de las historias. Y el autor presenta aquí (como parece ser que también en otras de sus obras) la negligencia adulta frente a la absoluta normalización por parte de los niños. Sin querer desvelar parte de la trama, al final lo que viene a contar Matilda es el proceso de empoderamiento de la infancia frente al mundo adulto, la puesta de límites (de forma no muy asertiva, ejem, ejem) y la necesidad de encontrar aliados que tiendan una mano a la infancia.


Por supuesto, aprovechamos también las vacaciones navideñas para ver la película. Una fantástica adaptación estrenada en 1996 (¡25 años!), bastante fiel a la novela y que añade algunas partes que, sin ser esenciales, dotan a la historia de ritmo y espectacularidad. Bastante idónea para ver con niños y con adolescentes, para analizar qué se puede permitir y qué no en el trato de los adultos a los más pequeños.


Autora de la entrada: Patricia Vera García

No hay comentarios:

Publicar un comentario