jueves, 30 de enero de 2025

LAS OCHO MONTAÑAS, DE PAOLO COGNETTI

 


En el corazón de los Alpes italianos, donde las montañas imponentes parecen susurrar historias antiguas al viento, Las ocho montañas encuentra su voz tanto en la novela de Paolo Cognetti como en su adaptación cinematográfica. Para quienes, como yo, viven con el alma atada a las cumbres, esta historia es un recordatorio de que la montaña no es solo un paisaje: es un refugio, un desafío y, en muchos casos, un espejo de lo que somos.

El libro, que ganó el Premio Strega en 2017, nos presenta a Pietro, un niño de ciudad que cada verano escapa al abrazo de los Alpes con sus padres. Allí conoce a Bruno, un chico del pueblo cuya vida está marcada por la montaña, no como un escape, sino como una raíz inquebrantable. Su amistad crece con los años, enfrentándose a distancias, silencios y las inevitables bifurcaciones de la vida. Cognetti escribe con una prosa que es como una caminata en la alta montaña: sencilla en apariencia, pero profunda y cargada de significado en cada paso.

La película, dirigida por Felix van Groeningen y Charlotte Vandermeersch, toma ese espíritu y lo plasma en imágenes que hacen que cualquier amante de las montañas sienta un nudo en la garganta. Cada plano respira el ritmo pausado de la naturaleza, cada silencio pesa tanto como las palabras. Las montañas, con su inmensidad imponente, se convierten en un personaje más, testigo y cómplice de esta historia de amistad, búsqueda y destino.

Uno de los aciertos de ambas versiones es cómo retratan la amistad masculina sin adornos ni clichés. En el libro, Pietro nos guía por sus pensamientos y emociones, mientras que en la película, los silencios y las miradas dicen más que los diálogos. Las interpretaciones son contenidas, pero cargadas de significado, transmitiendo el afecto, la admiración y las diferencias irreconciliables entre estos dos amigos que, en el fondo, representan dos formas de habitar el mundo: los que buscan siempre algo más allá de las montañas y los que nunca quieren dejarlas atrás.

Este contraste se convierte en el corazón de la historia: Pietro ve las montañas como un desafío, una meta por alcanzar, mientras que para Bruno son un hogar, una certeza. Tal vez amar las montañas es también debatirse entre el deseo de conquistarlas y la necesidad de que nos abracen.

La película logra captar la esencia de la novela con un respeto casi reverencial. Aunque hay ajustes inevitables, la historia conserva su profundidad y emoción. Y más allá de la amistad, Las ocho montañas habla también de la paternidad, la herencia emocional y el paso del tiempo. Pietro y su padre comparten un vínculo marcado por la distancia y los silencios, mientras que Bruno carga con un legado familiar que también lo define.

Al final, esta historia no es solo sobre la amistad o la naturaleza, sino sobre las conexiones que nos moldean y los caminos que elegimos recorrer. Tanto en el libro como en la película hay una invitación a detenerse, contemplar y recordar que, al final del día, son las relaciones y los lugares los que dan sentido a nuestra existencia.

Enlace a la película: https://www.filmin.es/pelicula/las-ocho-montanas

Enlace al libro:  https://www.casadellibro.com/libro-las-ocho-montanas/9788439734123/6215281?srsltid=AfmBOorSM7KB_B_46Ih7AlHLKLtUN7XLwRn7MwS4_cD_i8NmVnAKdko8


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