Una desaparición, la vida en una
casa llena de niños que no pueden disfrutar de una infancia en la calle debido
a los miedos de una madre que ha perdido a su hija, la presencia de la muerte, el
retrato de la vida rural de los pequeños pueblos del norte, etc. Todos estos elementos
dan vida a una obra teatral en la que Alejandro Casona aúna el misterio con las
tradiciones populares, el lirismo con el lenguaje coloquial, el amor y la
muerte. Este es el tema principal, está presente desde la primera acotación, en
el centro de la escenografía, en una guadaña que adorna la estancia principal y
continúa presente en cada una de los actos hasta el final. Tan presente que
aparece personificada en una hermosa mujer vestida de negro que siempre que llega
al pueblo coincide con alguna desgracia.
El vocabulario y la retórica se
adapta a los personajes y encontramos formas de expresión populares en la voz
del abuelo y del ama que nos sorprenden con su sabiduría, y también vocabulario
cuidado y expresiones retóricas en personajes como la Peregrina.
Es una obra llena de contrastes.
La alegría de los niños llenos de vida que quieren jugar, divertirse y reír,
choca con el miedo de una familia partida por la desaparición de una hija que
creen ahogada en el río. Se introduce así la leyenda de los pueblos cercanos a
ríos que creen que en sus profundidades hay ciudades enteras.
Lo mejor de la novela es el
final, no dejará de sorprender a nadie.
Brígida Huete,
profesora de Lengua castellana y Literatura del IES Guadiana.
Para mí, una gran sorpresa. La he leído ya como cinco veces y cada vez encuentro detalles que hacen que me guste más y más.
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