No hace tanto tiempo que una historia como la que se cuenta en Invisible (Eloy Moreno) me dejó totalmente fascinada con esa manera en la que nos habla de un tema tan difícil como es el bullying y cómo todos, de manera a veces inconsciente, podemos contribuir a que esa persona se sienta cada vez más desesperada, más invisible.
Comentando esta novela con una amiga, me recomendó que me leyera Tigres de Cristal del autor Toni Hill. El autor nos narra una historia ubicada en su Barcelona natal, más bien en esas zonas residenciales a las afueras de la ciudad en la cuál vivía la clase obrera llegada de las zonas rurales buscando una vida mejor en el año 1978, una historia en la que muchas veces el lector tiene la sensación de estar viendo un capítulo de Cuéntame, narrada por Carlitos; y de una adolescente 30 años después. Dos historias diferentes que se entrecruzan más tarde en las que los personajes son víctimas de bullying.
Nos habla de monstruos, pero no a los que tememos cuando somos niños, nos habla que "ahora los auténticos monstruos salen a la luz del día y pertenecen al mundo real". Y además, los monstruos actuales son más grandes y cobardes ya que se esconden tras unas redes sociales que hacen que sea rapidísimo esa difusión de una foto, de un mensaje que puede llegar a hundir a la otra persona.
Es un tema que te hace reflexionar mucho. De cómo el protagonista Juanpe, o cualquiera que hayamos sufrido bullying, está un poco desamparado por que "eran cosas de críos" y por la falta de empatía de los demás. Como madre intento que mis hijos ni sean víctimas ni verdugos con los demás niños y reconozco que alguna vez he terminado con ese "defiéndete". Ese defiéndete hizo que el protagonista llegara a ese ojo por ojo, y nos enseña que la violencia sigue sin ser la solución, que le arrastró toda su vida la culpa y eso le marcó su destino. Da que pensar.
Y como profesora, me provoca muchas inseguridades al no saber muchas veces dónde está esa línea que separa el simple juego de los niños o si en algún momento estaré contribuyendo a que ese niño sea invisible.
También nos habla de las clases sociales y cómo al final siempre es el que tiene una vida familiar y socieconómica peor el "prototipo" para ser la víctima perfecta. Y cómo, aunque queramos, muchas veces un mismo hecho es juzgado de manera distinta con sus correspondientes consecuencias.
Nos queda tener la esperanza de llegar a un mundo más igualitario y donde los abusos, con la ayuda de todos, vayan a menos. Nuestra responsabilidad como docentes es contribuir a ello.
A pesar de que después de leer el libro me he quedado con el corazón un poco encogido, doy gracias a mi amiga por hacerme, en su momento, esa recomendada lectura.
Ahora soy yo la que os lanza el guante.
Mª Teresa Sánchez Peinado
Profesora de Física y Química en el IES Guadiana
Me parece muy interesante esta lectura. Puede que siga tus pasos, puesto que en breve empezaré a leer Invisible y quizá esta sea una buena continuación.
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