domingo, 20 de enero de 2019


Con esta primera entrada al blog, os quiero animar a todos a acercaros a la poesía. Hace unos años leí un documento de la UNESCO titulado Leer y escribir poesía (París:2005) en el que su coordinador Richard W. Halperin animaba a los profesores de secundaria a incentivar la creatividad de los alumnos a partir del trabajo poético. Creo que la poesía -en todas sus manifestaciones- es una oportunidad para aprender a explorar el mundo y explorarnos a nosotros mismos. Os advierto de que, si me pongo pesada, toda la culpa la tienen los versos. Porque sin ellos, no entiendo el mundo; porque un solo verso puede transmitirnos la alegría o el dolor ajeno como si fuera nuestro. Pienso que, en esta sociedad tan mecanizada e impaciente, necesitamos palabras que nos lleguen no solo a la razón sino que construyan nuestro universo afectivo, palabras en las que nos detengamos para saborearlas como si fuera la primera vez que las escuchamos. Por eso, hay que desterrar el estigma de que la poesía no se entiende. No busquemos en ella esa clase de entendimiento que podemos gozar en una novela, en un ensayo o en una representación teatral. La poesía, como otras artes, conecta con lo más íntimo, nos permite ver de otra manera, nos da otros ojos con los que “comprender”.

Os propongo esta vez la lectura y el disfrute de Hierro ilustrado, una antología de la mejor producción lírica del poeta José Hierro arropada  además por sus propios dibujos, grabados y acuarelas. La publicó Nórdica en el año 2012, décimo aniversario de la muerte de Hierro y noventa de su nacimiento, con una selección que realizaron Julieta Valero y la nieta del poeta, Tacha Romero Hierro. La obra contiene cincuenta y nueve composiciones que abarcan desde su libro inicial Tierra sin nosotros (1947) hasta Sonetos escritos en 1999. Pepe Hierro, como lo llamaban sus amigos, nos muestra una interesante fusión del poder expresivo de la palabra y la pintura. En “Tierra sin nosotros”, la desolación del poeta se expresa mediante imágenes de alienación ante el mundo que lo rodea, la naturaleza que palpita y continúa frente a un yo paralizado: “¡La tierra sin nosotros! / ¡Qué cansado parece/mi pie!¡Qué doloroso/fluir del tiempo vivo/desangrándose a chorros!/ Parecen hoy las cosas/ más irreales, como/ formas de otro planeta/ que vive sin nosotros[...]”.  La acuarela que acompaña al texto refleja esa misma desolación, es un paisaje nevado, con una hilera de tres chopos desnudos, como líneas negras al viento.
Entre los poemas seleccionados de Alegría (1947), destaca “Fe de vida” un autorretrato de lo perdido: “[...] Sé que si busco una rama/no la encontraré./ Sé que si busco una mano/ que me salve del olvido/no la encontraré./ Sé que si busco al que fui/ no lo encontraré.// Pero estoy aquí. Me muevo,/ vivo. Me llamo José/ Hierro. Alegría/ que está caída a mis pies.)/ Nada en orden. Todo roto,/ a punto de ya no ser./Pero toco la alegría,/porque aunque todo esté muerto/ yo aún estoy vivo y lo sé.” Igualmente, junto al poema hay una ilustración en plumilla, un autorretrato mínimo, esquemático, esencial, testigo de esa mínima porción de alegría que nos permite seguir viviendo.
Otro autorretrato lo hallamos entre los versos de Quinta del 42 (1952) , en el poema “Una tarde cualquiera” nos dice: “Yo, José Hierro, un hombre/ que se da por vencido/ sin luchar. (A la espalda/ llevaba un cesto, henchido/ de los más prodigiosos secretos.Y cumplido, / el futuro, aguardándome/ como la hoz al trigo.)/ Mudo, esta tarde, oyendo/ caer la lluvia, he visto/ desvanecerse todo,/ quedar todo vacío./ Una desgana súbita/ de vivir. (“Toma, hijo,/ enhébrame la aguja”, dice mi madre.)”.  La abundancia de la introspección también pictórica es patente, sobre todo en los poemas  “Remordimiento”, “Las nubes” o “Lo efímero” de Cuanto sé de mí (1957).
Las imágenes marinas tan presentes en sus palabras sirven de telón de fondo también a sus acuarelas, como la que se dibuja en el poema “Vida” de Cuaderno de Nueva York (1998).

 Antonia Huerta Sánchez, profesora de Ámbito Lingüístico-Social, IES GUADIANA

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