Calendario de sombras, Pedro
A. González Moreno, Colección Visor de Poesía, 2005
Buscando poetas de esta zona
geográfica, me he encontrado con Pedro A. González Moreno, un escritor natural
de Calzada de Calatrava, compañero de profesión y a quien recordaba, no
obstante, por su faceta de narrador – fue Premio de Novela Café Gijón 2017 por
su relato La mujer de la escalera -.
Aunque había publicado
anteriormente otros tres libros de poesía, Señales de ceniza (1985), Pentagrama para escribir silencios (1986)
y El desván sumergido (1997), es con esta obra que quiero
comentaros con la que comienza su periplo por el mundo de los premios
literarios, nada más y nada menos que recibió el decimoctavo Premio Tiflos. No
es que un premio literario te asegure la calidad de lo que vas a leer pero, en
este caso, he de decir que Calendario de sombras ha cumplido todas las
expectativas sobre lo que debe ser un gran poemario. Desde su estructura hasta
la selección de imágenes y figuras retóricas, Calendario de sombras no
tiene desperdicio. Como bien adelanta el título, Pedro A. González Moreno se
propone recopilar entre las páginas de su calendario personal todo aquello que
ha escapado, siguiendo su rastro y su huella. Si es un conjunto de poemas de
amor, lo es también por lo que éste significa de pérdida existencial. Pero, en
él, no hay dramatismos. Eso es quizás su mejor regalo, la capacidad de entonar
de forma serena cada una de las heridas para convertirlas en un territorio
tangible gracias a la escritura.
(20)
Escribiré el
silencio
y le pondré tu
nombre cuando pueda
el dolor
escribirse.
Será una carta
breve, tal vez de esas que nunca
se terminan del
todo, pero en ella
estará el mundo
escrito,
y su única página
la mandaré doblada
con bordes de perfume
lo mismo que un
pañuelo
donde alguien ha
guardado la mitad de su vida. […]
La primera parte se inicia con
una cita de Francisco Brines. “He aquí el ciego, que sólo ve la vida en el
recuerdo”. González Moreno se ocupa de las hojas del calendario que -como dice
en “Portada”- “nunca, aunque se arranquen/ acaban de caerse por completo,/
hojas que siempre dejan/ su huella irrellenable en las paredes,/ hojas que
continúan estando ahí, grapadas/ a la cal o a la carne”. Esta idea de la carne
y el cuerpo como lo material donde permanece la memoria es constante en las
composiciones iniciales, porque “el cuerpo es un huésped/ que llega tarde o
pronto, nunca a tiempo, a la cita/ y anda siempre vagando, como un
superviviente,/ de unos trajes a otros, de unos brazos a otros,/ por ahí por
las calles invernales del mundo” (3) o como aclarará en otro poema “la carne es
como un traje/ cortado a la medida de los recuerdos”.
En la segunda parte, utilizando
como pórtico los últimos versos de la rima LII de Bécquer, el poeta profundiza
en el dolor de la ausencia: “¿Cómo decir que dentro de un armario es
noviembre,/ o que en esa intemperie que es la luz sin tus ojos/ casi siempre es
invierno y anochece deprisa?”.
Y por eso es
invierno fuera de ti, por eso
hay escarcha en
mis manos,
que querrían ahora
tocar- si se
pudiera- tu memoria,
ser tan sólo una
sombra vagando en tus recuerdos
y ver el mundo
desde ti, tocarlo
desde ti; ser tan
sólo
un oculto destello
de la luz con que miras.
La última parte se abre con una
estrofa de J. Keats que anuncia esa esperanza última de la luz sin la que
ninguna sombra puede contemplarse, esa luz ínfima y fantasmal del recuerdo.
[...]El día que me
toques con tus dedos de escarcha
no me traigas las
sombras
que codiciosamente
fui coleccionando
sin saber que no era
como un álbum la vida.
Tráeme tan sólo un
trozo de aquella tierra
donde seguir
creciendo, tráeme un poco
de aquella agua y
un vaso
repleto hasta los
bordes de aquella luz más clara.[...]
Merece la pena
detenerse en leer y reflexionar sobre lo que expresa Pedro A. González Moreno
en Calendario de sombras. Porque es seguro que el que más o el que menos
lleva a cuestas esos restos del amor o de la ausencia, del tiempo vivido que
solo la memoria puede recuperar -aunque nos duela-.
© Antonia Huerta Sánchez,
profesora de Ámbito Lingüístico-Social, IES GUADIANA
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