Los
almendros, como todo buen febrero, van floreciendo y apetece pasar ratos al
aire libre. Un sencillo placer que no estaba al alcance de los numerosos
oficiales aliados que fueron confinados entre los muros del castillo de Colditz
durante la II Guerra Mundial. El castillo fue denominado, en el registro de
prisiones alemanas, como “Oflag IVc”, y se reputaba como un lugar inexpugnable,
del que era imposible evadirse. Además había que tener en cuenta su lejanía de
la frontera suiza, por lo que las probabilidades de fuga se veían
consiguientemente mermadas. Al menos en teoría.
El
autor del libro es Ben Macintyre, periodista y autor de prestigio, muchos de
cuyos trabajos se han adaptado como documentales para la BBC. Aunque en este
libro ha abordado un tema mítico, que ya ha hecho correr ríos de tinta y ha
conocido numerosas adaptaciones audiovisuales (incluso existe un juego de mesa
del estilo del Monopoli), ofrece una visión rigurosa, apasionante pese a no
salirse del terreno del ensayo y enriquecida con abundante material gráfico.
Colditz
se puede considerar un triunfo de la inteligencia humana. Los prisioneros eran
oficiales con, por lo general, un elevado nivel cultural, y pusieron a prueba
su materia gris para ingeniar numerosas formas de fugarse de Colditz:
confección de uniformes alemanes, excavación de túneles, acopio secreto de
provisiones y otros bastimentos, falsificación de documentos... Incluso se
llegó a fabricar un aeroplano de dos plazas. En la prisión eran tratados con
humanidad, con arreglo a lo establecido por la Convención de Ginebra: recibían
paquetes de socorro de la Cruz Roja, se les proporcionaban alimentos y prendas de
abrigo, no eran obligados a trabajos forzados…
El
libro tiene la cualidad de introducirnos en el día a día de los prisioneros.
Aunque siempre han existido como referencia bibliográfica los relatos
autobiográficos de uno de los prisioneros, el mayor británico Pat R. Reid (1910-1990),
que llevan por títulos “La historia de Colditz” y “Últimos días en Colditz”, el
trabajo de Ben Macintyre aventaja en claridad expositiva a aquellos, siempre
desde mi humilde punto de vista.
Colditz
ha inspirado muchas adaptaciones cinematográficas. La primera de ellas data de
1955, y fue dirigida por Guy Hamilton (1922-2016), director que firmaría
asimismo algunas cintas de la saga de James Bond en la década de 1970.
Particularmente,
yo recuerdo la serie de la BBC, que fue
emitida a mediados de los 80 por RTVE con el título “La fuga de Colditz”. Tuvo
un gran éxito entre todos los que la seguíamos, pese a que fue rodada en el
bienio 1972-1974, comprendiendo dos temporadas. Con los años llegué a leerme
las novelas de Pat R. Reid y adquirí el juego de mesa, por lo que se puede
decir que soy un friki de la historia de Colditz, en tanto que prisión durante
la II Guerra Mundial.
En definitiva,
nos encontramos ante un libro que cautivará la imaginación de los que
desconocen la historia y, a los que la conocemos, nos permitirá sentar una
ambiciosa visión de conjunto.
Aquí tenéis el acceso al vídeo que vamos a ver en clase:
Julián Maestre (profesor de Física y Química en el IES
Guadiana).
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