jueves, 2 de diciembre de 2021

Madrid, de Andrés Trapiello






Para este mes de diciembre, queridos amigos del IES GUADIANA, he elegido “Madrid”, de Andrés Trapiello.
Pese a lo que su título parece sugerir, “Madrid” no es una guía al uso. Es nostalgia, sentimiento, admiración por una ciudad que en el último medio siglo no ha dejado de transformarse. El poder evocador de las palabras, la semblanza antigua de las imágenes, hacen de esta lectura algo muy aprodiado para disfrutar en horas crepusculares, cuando el otoño gime entre las últimas hojas de los árboles.
En mi caso particular, me he sentido identificado con las anécdotas referidas en el libro, pues mi juventud y mis años de formación transcurrieron en Madrid. Es la ciudad donde nací y a la que regreso muy alegremente con bastante frecuencia. Sé lo que es escuchar los suspiros de la vida en los jardines de Sabatini, las mañanas de sábado lluviosas bajo los soportales de la Plaza Mayor, tardes de adolescencia solitaria en la biblioteca del Ateneo de Madrid (pues, aunque os cueste creerlo, a causa de una mentirijilla, yo fui el socio más joven de la historia de esta venerable institución). Madrid, como cuenta Andrés Trapiello, es una ciudad que se mete en la sangre de quien la patea. Hermosos recuerdos de la Costa Fleming, de las tranquilas calles de la Alameda de Osuna, de la Cuesta de San Vicente, que, desde el arranque de Plaza de España, inicia un romántico periplo hasta la estación de Príncipe Pío. El Manzanares, el río que nunca fue río, espejando celajes olvidados por los paseos de la antigua pradera de San Isidro, retratada magistralmente por Goya. Todavía habrá pájaros cantando en las enramadas del Paseo de las Acacias. ¿Y el Rastro, la Cuesta del Moyano, las arboledas del Retiro, la Plaza de Santa Ana, los altos de la Moncloa, los escaparates navideños del barrio de Salamanca, el lago de la Casa de Campo…? Huellas que quedan como grabadas al acero en las páginas del hermoso libro de Andrés Trapiello.
Y es que el autor, ajeno a las modas literarias y conocedor de múltiples fracasos, escribe con el placer y la libertad del que contempla la vida sin temor, las grandes batallas ya fueron libradas, quedan las cicatrices y resplandecen las últimas ilusiones del atardecer de la vida.
Madrid viene de “Majerit”, una palabra que procede del árabe “Mayrit”, que significa literalmente “Arroyo matriz”. El agua de Madrid tiene la particularidad de ser la segunda mejor de Europa, después de la de Roma… Ahora que lo pienso, esto da para una clase de Química.
Leed este libro, porque es un caso raro, con tanto bestseller suelto, en el que leer y sentir constituyen un mismo concepto.

Julián Maestre, profesor de Física y Química en el IES GUADIANA.

3 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  2. Sin duda leyendo tu reseña dan ganas de conocer más a fondo esta gran ciudad. Gracias por la recomendación.

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  3. Qué grande tu entrada, Julián, dan ganas de leer, pero también de pasear por esa ciudad que se hace querer (y odiar, algunas veces).

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