¿Quién no ha oído hablar de Ana, la de Tejas Verdes? Una criatura dulce, apasionada, curiosa, enternecedora, soñadora... La protagonista de una de las novelas clásicas de la literatura canadiense no ha dejado de enamorar a generaciones desde que su autora la lanzó en brazos del público en 1908. Una autora, Lucy Maud Montgomery, que tenía mucho que ver con Ana y que supo transmitir la ternura y la ilusión por una vida mejor.

Ana la de Tejas Verdes trata del tránsito de la niñez a la adolescencia en una aldea de la Isla de Príncipe Eduardo, de donde era natural la autora. La protagonista, una niña pecosa y pelirroja de 11 años, llega por error al hogar de dos hermanos ya mayores, Mathew y Marilla, parcos en palabras, con un carácter duro pero una visión sencilla de la vida. Con Ana llega el sonido a una casa construida hasta ese momento de silencios, llegan la vitalidad y los sueños. Gracias a ella conocemos a otros habitantes del pueblo: Rachel Lynde, la típica vecina cotilla; Diana, la dulce niña bien, junto con el grupo de amigas; Jerry, el mozo de la granja... y Gilberth Blythe, un muchacho al menos tan inteligente como Ana, que sabe ver en ella desde el principio lo que otros no ven.
En Ana... asistimos al despertar a la vida, vivimos el surgimiento de la amistad, del amor... Ana crece en un modelo distinto de familia, que se nos presenta como totalmente válido. Como ocurre en El Quijote, unos personajes van tomando un poco de otros... La transformación de los dos hermanos, convertidos en padre y madre adoptivos, es sensacional: un cambio que se va construyendo poco a poco, pero de manera irreversible.
Las descripciones son en esta novela también de una riqueza asombrosa. L. M. Montgomery es capaz de transmitir sensaciones, perfumes, colores... con una gran precisión. Son descripciones largas, pausadas, que obligan a detenerse e imaginar, un poco como si la propia Ana nos hablara al oído.
Precisamente la forma de hablar de Ana es otra de las grandes características de la obra: sus palabras voluptuosas, rimbombantes, que hablan de realidades imaginadas, que siempre encuentran la retahíla perfecta para embobarnos y seguir leyendo (escuchándola) sin descanso. Peroratas a las que cuesta acostumbrarse pero de las que, como Marilla, los lectores nos convertimos adictos.
Ana la de Tejas Verdes (que tendría sus secuelas hasta desembocar en la vida de sus hijos, nada menos) ha tenido múltiples adaptaciones a televisión. La última, absolutamente fantástica, a cargo de Netflix, con bastantes licencias sobre la obra original pero que, sin embargo, resulta bastante fiel, pues han logrado captar el ambiente y la ternura que desprende la novela de L. M. Montgomery.
El lenguaje de Ana... quizá sea un poco elaborado para adolescentes, aunque pueden desentrañarlo con un poco de ayuda; pero, sin duda, es absolutamente delicioso para adultos. La edición ilustrada de Edelvives es también un regalo para el tacto y los ojos, una edición de lujo a la altura de una novela grandiosa.
Autora: Patricia Vera García