Víctor
Hugo (1802-1885), el autor, está considerado una de las grandes cimas de la
literatura francesa y, por ende, de la literatura universal. León Tolstói
(1828-1910), otro famoso autor de la época, calificó la novela que nos ocupa de
“inmensa”. Y no le faltaba razón para ello.
Víctor Hugo, un poeta impenitente, se atreve a esbozar en “Los miserables” el destino de la humanidad: la búsqueda de la redención, el anhelo de hacerse mejor persona escuchando la voz de la conciencia antes que atender a los usos y costumbres de una sociedad que pierde al individuo en medio de las conveniencias de la muchedumbre; una sociedad que encumbra a los privilegiados y a los miserables los arrastra por el fango. El cristianismo al fin y a la postre. Y en esta novela el autor también expresa su concepción de la libertad: escribe dando vuelo a su experiencia de vida, a su admirable sapiencia, no doliéndole prendas el romper el discurso narrativo para ofrecer ensayos de diferentes temáticas.
Jorge
Luis Borges (1899-1986), eximio escritor argentino, llegó a afirmar que “es
curioso advertir que el estilo de Dios es casi idéntico al de Víctor Hugo”.
He
releído la novela varias veces a lo largo de mi vida. Sólo tengo una cosa que
lamentar: ¡ojalá pudiera leerla de nuevo sin saber nada de ella! Sin duda, es
un libro que, pese a su desmesurado volumen, me llevaría a una isla desierta.
Julián Maestre (profesor de Física y Química en el IES Guadiana).
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