lunes, 27 de enero de 2020

El nombre de la rosa, de Umberto Eco





Nos hallamos ante uno de los libros más importantes de nuestro tiempo. Los que tenemos cierta edad asociamos esta novela con la película que el director francés Jean Jacques Annaud realizara en 1986, contando con el actor escocés Sean Connery en el principal papel protagonista.
El libro supera con creces los típicos esquemas del bestseller. Pese a desarrollar una interesante trama detectivesca, acerca de una cadena de crímenes cometidos en una aislada abadía del norte de Italia, Umberto Eco, el autor, dejó claro que esto no era más que una mera excusa para ofrecer un marco narrativo al rico material cultural que ofrecía.
Me he leído el libro en cuatro ocasiones. La primera vez, allá en mi adolescencia, apenas si me pude empapar de la trama detectivesca. En mi última lectura, ya con un mayor bagaje de conocimientos históricos y filosóficos, he podido saborear la novela en todas sus facetas. Es un libro escrito, como el autor indica, en plena madurez, y yo añadiría que para disfrutarlo del todo es necesario tener unos años a las espaldas y alguna experiencia de vida y estudios.
La novela fue publicada en 1980, y supuso todo un hito en el mundo editorial. Umberto Eco demostró ser un autor de los de verdad, más interesado en lo que quería expresar que en las cifras de ventas.
Guillermo de Baskerville, Adso de Melk (trasuntos de Sherlock Holmes y el doctor Watson) aún andan por los reinos de la imaginación resolviendo los crímenes de la abadía y ofreciéndonos una apasionante semblanza del convulso siglo XIV, donde el poder temporal y el espiritual comenzaban a delinear sus fronteras. Toda una acertada urdimbre de historia, religión y filosofía.
Es uno de los libros que nos han de acompañar en algún momento de nuestras vidas, independientemente de que visualicemos la estupenda película inspirada en el mismo.


Julián Maestre (Física y Química).

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