A
todo Amor, Ángel González
Siempre es interesante escuchar de viva
voz al poeta, pues el sentido mismo de la poesía exige que sea percibida a
través de su sonoridad. Por eso, y porque el hilo que teje estos poemas es el
amor - concepto tan apropiado para febrero-,
os traigo en esta ocasión una antología de Ángel González titulada A
todo Amor, que se puede leer y escuchar. Ahora no hay excusa para no
acercarse a este género. Fijaos que ya por el año 2006, fecha en que lo editó
Visor junto con el CD, cuando todavía no se habían puesto de moda las
aplicaciones que te leen novelas, etc..., era posible que el propio autor te
recitara su obra. Sin duda, un doble aliciente.
Poeta de la
Generación del 50, Premio Príncipe de Asturias, Premio Reina Sofía de Poesía
Iberoamericana, Ángel González (1925-2008)
representa la fusión del lirismo intimista y la poesía social, con un
lenguaje transparente, sencillo y directo.
Este libro, en
concreto, contiene cuarenta y seis
poemas cuya esencia es la quevedesca mirada del amor más allá de la muerte. Con
exactitud, Ángel González declara en el último poema antologado:
Largo es el arte; la vida en
cambio corta
como un cuchillo
Pero nada ya ahora
-ni siquiera la muerte, por su parte
inmensa-
podrá evitarlo:
exento, libre,
como la niebla que al romper el día
los hondos
valles del invierno exhalan,
creciente en
un espacio sin fronteras,
este amor ya sin mí
te amará siempre.
El amor,
concebido como un ingrediente indispensable para llamar vida a esta
vida, para construir nuestro pasar “en serio” como declara González en el poema
homónimo “Pero, ¿qué te dimos realmente? […] Acaso, amor, esa palabra
impronunciable, impura”. Porque el
amor siempre deja un poso, algo incapaz de ser destruido por el tiempo y el
olvido, algo permanente en su contradicción en la memoria, algo que nos
detiene. Ideas magníficamente entonadas en Cumpleaños de amor:
¿Cómo
seré yo
cuando
no sea yo?
Cuando
el tiempo
haya
modificado mi estructura,
y
mi cuerpo sea otro,
otra
mi sangre,
otros
mis ojos y otros mis cabellos.
Pensaré
en ti, tal vez.
Seguramente,
mis
sucesivos cuerpos
-prolongándome,
vivo, hacia la muerte-
se
pasarán de mano en mano,
de
corazón en corazón,
de
carne a carne,
el
elemento misterioso
que
determina mi tristeza
cuando
te vas,
que
me impulsa a buscarte ciegamente,
que
me lleva a tu lado
sin
remedio:
lo
que la gente llama amor, en suma.
Y
los ojos
-que
importa que no sean estos ojos-
te
seguirán a donde vayas, fieles.
© Antonia
Huerta Sánchez, profesora de Ámbito Lingüístico-Social, IES GUADIANA
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